miércoles, 13 de marzo de 2013

Ayer perdí mi última pelea.

    Este escrito lo realicé este domingo 10, pero no estaba seguro de publicarlo.
    Hoy, tras haber estado con mi amigo José Ramón (Pepo) esta noche, pensé en todo lo que la vida te puede deparar. No debes preocuparte en exceso por nada. Hay cosas muy importantes como para perder el tiempo en vanos pensamientos.
    Aprende de tu pasado; vive intensamente el presente; y espera el futuro, que sin lugar a duda llega y te hará vivirlo tal y como disponga y quiera.

    Aquí está. Así ocurrió:


    Ayer perdí mi última pelea.

    Que nadie se lleve las manos a la cabeza, y piense en una disputa y puños de por medio.

   En la tarde de ayer sábado, me quité el costal por última vez, junto a la calle que me vió crecer.
    Una pelea consigo mismo es lo que tiene cada costalero durante cada chicotá. Y esta la perdí con un gran dolor. Olvidense de dolores de cuello, espalda o del gemelo. Fue un gran dolor en el pecho, cuando al quedarme en la acera, me di cuenta de que había terminado para mi. No llevaré a Nuestra Bendita Madre de los Ángeles por el Barrio Alto de San Juan.

    Puede que no tenga las fuerzas suficientes para aguantar debajo. O que mi forma física me juegue malas pasadas, como lesionarme un gemelo con sólo cuatro chicotás. Lo cierto es que esa pelea, la pelea de veras, la pelea de uno mismo y su ser, la pelea de un hombre con sus fuerzas, la pelea de un costalero, la perdí.

    Me duele, me duele. Pensar que el Viernes de Dolores no estaré bajo ella: Que no ayudaré a mis Hermanos de costal a pasearla, y hacer que San Juan disfrute con ella, hace que un nudo muy grande en el estómago tenga un peso enorme en mi persona.
    Sé que hoy al mirarla, ella no me lo tuvo en cuenta. Pero me apena decir que no la portaré sobre mi cuello. Que será la única advocación sanjuanera, que no gustaré de lucirla por las calles de mi pueblo.

    Con todo, gracias por todo a mi Hermandad. Gracias a mi Hermano Mayor, Dioni te quiero y lo sabes. Gracias mi capataz y segundo, por darme la oportunidad de levantar un paso una vez más.

    Espero tener la oportunidad de darle al costal, algo de todo lo que me ha dado a mi.

    ¡COSTALERO UNA VEZ, COSTALERO PARA SIEMPRE!